miércoles, 28 de marzo de 2007

Rojo

Pintura roja cubre mis manos. Espero que nadie haya muerto por obra mìa, mas las esperanzas –hasta donde yo sé- no tienen un uso práctico en la vida humana. Al menos su influencia jamás –por decir una palabra radical, conocidísima en occidente- se le relaciona con un hecho empírico. Y, por cierto, no seré la primera persona que comete el error de reconocer una verdad espiritual entre seres que me acorralarán en un manicomio.

De cualquier forma, heme aquí esperanzada sobre un sofa, pidiéndole al señor que no haya cometido un crimen. Temo por mi vida, temo por abandonar a mis hijos y a mi marido. Bien sé que él ya tiene a otra, y esa otra ya tiene a otro y ese otro tiene a otro y a otra que viven situaciones de abandono. La mayor parte de ellos, son abandonados por sus parejas en vida, pero viven el luto de un asesinato múltiple o un descuartizamiento. Luego, los entierran debajo de sus pies; en el sótano descansan todos sus recuerdos. En unas cajas negras quedan grabadas todas esas risas y llantos.

Sigo llorando, sigo extrañando la libertad que me puede ser extraviada por un crimen que ni siquiera recuerdo. Mis manos cubiertas de una pegajosa sustancia que corría por las venas de algún cuerpo, me amenaza sin hablar. Me entierra el cuchillo en el cuello, sin atravesarlo completamente, solo lo suficiente para que me duela y lo sienta. No me quiere matar, tan solo quiere que sienta que me muero, poco a poco, lentamente. Y, así ocurre.

Comienzo a despedirme. Chao vida. Chao nietos que jamás conoceré. Sofía y Sack. Esos iban a ser sus nombres, yo me iba a imponer frente a sus padres. Iba a pedirles que así los llamaran como un favor para su moribunda abuela. Aunque no estuviese muriendo, siempre es posible sacar pena diciendo que a mi edad, despertar cada mañana es una suerte increible.

Lo que no saben ellos es que a cualquier edad se nos puede acabar la vida, tanto en vida como físicamente morir. No es que sea un tabu el que todos moriremos, solo es feo decirlo en voz alta, no tengo claro por que. La verdad es que bien lo sé, lo que pasa es que no lo entiendo en su magnitud. Me cuesta entender que quieran hablar del nacimiento como algo bello, mas no de la muerte, ya que en sentido estricto se trata de lo mismo.

Al morir, está naciendo un nuevo proyecto de vida en otro cuerpo y espacio, con muchos seres que amaste en varias vidas. Lo mismo ocurre al nacer siendo bebé, ingresas a un mundo desconocido. Son como dos etapas de un mismo hecho, dos caras de la moneda. El punto es que ambas son bellas, no son ni blancas ni negras, solo es una moneda que han querido separar para identificar mejor... olvidando que se trata de una misma cosa...

Todavía me siento morir con las manos empapadas, sin ser capaz de secarlas. Un par de arcadas me invaden desde la retaguardia y cruzan mi fofo abdomen con toda ligereza. Me retuerzo en el suelo, lanzo un alarido y manchas de sangre se incrustan en la alfombra como una espina.

Recién entonces logro darme cuenta que sigue brotando sangre, no sé de donde, hasta que se empieza a formar un charco de sangre en la antesala, comienzo a perder más y más energía, la visión se vuelve borrosa y cae el cuchillo... se desliza entre mis muslos y se posa junto a mis muñecas seriamente cortadas.
Realmente estoy muerta.

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